La belleza de un legado.

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Si tu Alma te guia y tu corazón quiere, no dudes con la cabeza y haz lo que sientes.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Fabián.







He estado toda la mañana ordenando unos cajones donde guardo mis recuerdos, en él hay un poco de todo, fotografías, postales, dibujos, cartas, cuadernos de pasta, pequeñas labores....este trabajo me lleva algunas horas pues la mayor parte del tiempo estoy observando las fotografías, releyendo cartas queridas y perdiéndome entre cuadernos de pasta olvidados. Desde siempre me he expresado mejor escribiendo, creo que esta rareza mía ha venido dada por mi timidez. Desde que recuerdo me gustaba anotar todo aquello que sentía , pensaba o me ocurría, muchos de aquellos cuadernos acababaron destruidos en cuanto fueron concluidos, la razón volvía a ser la timidez, pero otros los conservo por que los escondí como si fueran tesoros ocultos temiendo que alguien los descubriera y pudiera ver su contenido. Me encantaba escribir en los cuadernos de pasta dura e incluso llegaba a ahorrar un poco de la paga que me daban mis padres para comprarme alguno que estuviera bien encuadernado. Casi todos los cuadernos guardan frases sacadas del libro que estuviese leyendo en aquel momento o alguna que me llamara especialmente la atención, igualmente están plagados de pensamientos, pequeños textos y muchas poesías de mala calidad pero llenas de puros sentimientos. Hoy abrí uno de ellos que hacía años que no releía, sabía bien su contenido pero aún así me obligé a recordar algunos detalles para no olvidar jamás. Casi siempre se me pasaba poner la fecha en los cuadernos pero por alguna razón que desconozco este la tiene y es del año 1988, seguramente le puse la fecha por que fue un año muy importante en mi vida, lleno de cambios y de busqueda e inconformismo, una época en la que descubrí realmente el mundo adulto y laboral y no me gustaba en absoluto. Ese año debía tener dieciocho años cuando cursaba mi primer curso de carrera y me aficioné a escaparme cada tarde a los jardines del maravilloso monumento de Los Reales Alcázares de mi ciudad, me fascinaban sus jardines y ahí pasaba al menos media hora, cada tarde descubriendo los senderos, placitas, fuentes y demás recobecos de este encantador jardín. Las primeras semanas sólo paseaba y disdrutaba de la naturaleza, el canto de los pájaros, pero descubrí una pequeña placita con una fuente cantarina donde había unos bancos, uno de ellos atrajo mi atención pues estaba debajo de una jacaranda y de esa forma me daba sombra en la cabeza, así que asiduamente a la misma hora me sentaba cada tarde con un libro entre mis manos bajo aquella hermosa jacaranda. Al cabo de unos días una mujer fuerte y de tez morena con un niño alto, muy delgadito, rubio y de tez muy pálida se sentaron a mi lado, durante el tiempo que estaban allí la mujer se concentraba silenciosa en algo parecido a un chaleco que estaba tejiendo, mientras el niño miraba al cielo y parecía entretenerse viendo los rayos de sol jugueteando entre las nubes. Cada tarde se repetía la misma escena y tras el saludo inicial cada uno nos concentrabamos en nuestra tarea. Poco tiempo después, no puedo precisar cuando fue, el niño me sorprendió preguntándome de que trataba el libro que estaba leyendo...fue entonces cuando me fijé en sus profundos y bellos ojos verdes, contrastado con la pureza de su tez, parecían unos lagos entre montañas de nieve. Día a día fuimos comenzando una bonita amistad, se llamaba Fabián tenía doce años y me habló con total naturalidad de la extraña enfermedad que padecía y le impedía hacer su vida con normalidad, algunos días era él quien hablaba y me explicaba todo lo que le gustaba....la música clásica y la pintura eran sus grandes pasiones, otras veces era yo quien le contaba historias de batallas y reyes que tanto le entusiasmaba, pasado un tiempo aquellas tardes se convirtieron en una cita a la que no podía faltar. Una tarde le dije que me encantaban sus ojos verdes se le iluminó la cara hasta el punto que tomo un poco de color y me contestó que a él le gustaban los mios por ser verdes como las esmeraldas, a partir de ahi intentó regalarme alguno de sus dibujos y cuadros que había realizado con mucho esfuerzo y trabajo, yo me negaba a aceptarlos así que un día llegó con un dibujo y al pie escrito estaba "para tus ojos verde esmeralda" el dibujo era de la plaza con el banco, la fuente y la jacaranda donde nos sentabamos juntos, hoy no conservo el dibujo pues se lo regalé a su madre que merecía mucho más que lo conservara. Hubo tardes angustiosas en las que ellos no se presentaban a la hora acostumbrada en aquel banco a la sombra de la jacaranda, no tenía su teléfono y tampoco su dirección así que continue visitando el solitario banco por si alguna tarde volvían a él. A los diez días de aquello me acerqué al banco y sorprendentemente allí estaban ellos. No puedo describrir lo que sentí cuando los ví sentados, me explicaron que Fabián había estado hospitalizado pero que ahora volvía a estar estable con un nuevo tratamiento que parecía que comenzaba a funcionar, de hecho aquel día se animó a caminar se introdujo entre la maleza por que había creído ver una ardilla...en aquel preciso momento los periquitos de riego comenzaron a funcionar y él hizo un amago de correr entre ellos...le dije a su madre que parecía un angel.... Un día le conté cosas de la jacaranda recuerdo que le hablé de sus flores azul violaceo que tanto me gustaban y estaba contando los días que faltaban para que la primavera floreciera y así conocer las bellas flores que yo les describía. La última vez que lo ví me preguntó si creía en la amistad, le dije que sí y él sólo sonrió. Y vinieron los días de angustia en los que no sabía nada de ellos, llamaba varias veces al día a su casa y nadie contestaba al teléfono, mi madre me consolaba diciendo que tal vez se habían marchado a casa de algún familiar y se les olvidó decirme nada, una tarde mientras estudiaba para un examen llamó su madre, cuando escuché su voz supe que había pasado lo peor, fuí con mis padres a verla y os podéis imaginar como fue aquel duro encuentro sin Fabián, me había dejado una pequeña nota y un reloj que se me había estropeado y él lo había arreglado, junto a el reloj estaba su caja de pintura, le dijo a su madre que me la regalara......la nota decía...."para que en nuestro banco pintes algún día olvidándote de las horas perdidas". Después de aquello el dolor me superaba, expresé mis sentimientos en una poesía y cada año cuando la jacaranda rebosa de flores azul violacea las observo con dolor al saber que él jamás las vió florecer.
Hoy me animé a contaros esta historia y con ella os dejo la poesía pues deseo que de alguna forma Fabián siga vivo y que jamás caiga en el olvido.

Fiel criatura tal Angel
que custodia un tesoro,
desveló su sueño dorado
sobre mi ser.
Como si yo fuera
lo más precioso
amado y delicado
que existiera para él.
Su corto exixtir
nos obligó a ambos
a correr por vivir
saboreando las décimas de los segundos.
Los minutos fueron días
y a su vez se conviriteron
en suaves y tiernas semanas
de existencia intensa y feliz.
Ambos navegabamos
por un dulce mar de invierno
con el aire acariciándonos
nuestra blanquecina tez.
Las lentas tardes
en aquel bello parque
parecían momentos robados
a la simpleza inocencia de los felices.
Aquellos días claros
llenos de embrujo y alegría
dieron paso a otros
repletos de temores y melancolía.
Tu vida se fue apagando
como sol de otoño
buscando el ocaso
de tintes morados.
Te fuiste sin hacer ruido,
sin aspavientos vanos,
como se van los buenos,
sin querer hacer daño.
Un frío día de marzo
la luz de tus verdes pupilas se apagaron
dejándonos con un fuerte mazazo
sin apenas poder asimilarlo.
Y aquí ando por el mundo
y tú por mi cielo de estrellas,
buscando desesperada tus ojos
profundos verde primavera.
Y pasan los duros días
las tristes y largas semanas,
y me convenzo a mí misma
que tú no me faltas.
Vives en mi cielo de estrellas,
en mis ojos verde esmeralda,
me acompañas en mi diaria vida
y amigo sé que tú no me fallas.
Vives en todos mis mundos,
y en los que con locura te han querido,
y con el corazón en la mano te digo,
que vivirás en mí hasta en el olvido.

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lunes, 12 de noviembre de 2007

Pintura en tela.

Desde siempre la pintura me ha llamado poderosamente la atención, de pequeña me encantaba dibujar y colorear pero cuando crecí me dí cuenta que no estaba dotada para esa labor, así que a pesar que me gustaba lo dejé por imposible. Siempre ha sido una de mis pasiones pero me conformaba con estudiar y admirar, por mi cuenta, los trabajos de grandes pintores y disfrutar con visitar museos y exposiciones. El año pasado, durante el curso de patchwork, mi amiga Matilde me hablo de un curso de pintura en tela que se iba a hacer muy cerca de donde vivo, ella ya se había inscrito y me animaba a que yo lo hiciera, en principio me negué diciendo que no estaba dotada para la pintura, pero entre Matilde y otra amiga común Manoli, que ya había realizado el curso unos años antes, me animaron tanto que decidí inscribirme. El día que se inició el curso y durante el trascurso de la clase me repetía una y otra vez que yo allí no pintaba nada, creo que la profesora me leyó el pensamiento pues me miró, se sentó a mi lado y me dijo que no le tuviera miedo al pincel ni a las pinturas y mucho menos a si me saldría bien o mal, así que comencé pintando unas margaritas azules y me relajó y gustó tanto que no levanté más la cabeza hasta que noté que la clase había concluido. Hice algunos trabajos en pintura en tela que en cuanto pueda hacerles fotografías los subiré al blog, la calidad no es buena y me queda mucho que aprender pero deseaba compartirlo con vosotros. El curso me encantó, a pesar que no pude asistir todo lo que deseaba. En septiembre supe por Matilde que este año se hacía un nuevo curso de pintura y además con la misma profesora, gracias a ella pude inscribirme pues estaba fuera trabajando, asistí a la primera clase y después tuve que marcharme a trabajar, ya le he preguntado mil veces a Matilde sobre el curso y los trabajos que están haciendo y mi pensamiento no deja de volar sobre las cosas que deseo aprender a pintar. Mañana por la tarde me incorporo al curso de pintura en tela y el miércoles al maravilloso grupo de patchwork, después de tantas semanas fuera de casa regresé el martes, he estado unos días descansando y tomándome las cosas con tranquilidad, ahora estoy feliz por volver a la normalidad.

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