La belleza de un legado.

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Si tu Alma te guia y tu corazón quiere, no dudes con la cabeza y haz lo que sientes.

martes, 9 de febrero de 2010

Cerrado temporalmente.

Hay momentos en nuestra vida en que nos vemos forzados a dejar aquello que nos gusta, nos hace disfrutar y sentir, para atender otras cuestiones que requieren más atención en ese instante.

Las personas que me visitáis desde hace tiempo, sabéis que no ha sido la primera vez que por causas laborales o personales, he dejado el blog un poco apartado. En esas ocasiones no sabía con antelación el volumen de trabajo que iba a tener y pensando que era cuestión de una semana o poco más, no avisé.

Después al prolongarse el trabajo más de lo estimado, daba la impresión que el blog había sido abandonado. Entonces, quizás no alcancé a comprenderlo y hubo muchas buenas amigas blogueras que tuvieron el gentil y cariñoso detalle, de preocuparse dejándome comentarios y llamándome por teléfono, por si me sucedía algo.

Es muy cierto que da tristeza y preocupación ver un blog amigo abandonado, sin saber qué ha podido sucederle a esa persona para que sin previo aviso, no se vuelva a saber más sobre ella, como si la tierra se la hubiera tragado.

Por ello, quiero comunicaros que me ha surgido un tema laboral importante, que necesita mis cinco sentidos, limitando mi tiempo libre. Seguiré pendiente de vosotros y de vuestros blogs, visitándolos cuanto me sea posible. Estoy segura que el tiempo, cual ligera pluma volará, trayéndome de regreso a vosotros y a mi hogar. !!Hasta la vuelta!!.

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lunes, 1 de febrero de 2010

Lusitania oculta.

Este pasado fin de semana tuvimos la ocasión de escaparnos a disfrutar del Alentejo portugués. Portugal es un país que nos fascina por su particular encanto. Así que siempre que podemos aprovechamos para hacer una pequeña incursión.

Hace muchos años, nos propusimos conocer a fondo Portugal y después de conocer lo más importante de cada región, decidimos visitar la Lusitania menos conocida, que quizás pasa desapercibida, ocultada por la magnificencia de las grandes ciudades, pero que no por eso pierde monumentalidad, hermosura y encanto.

Así que aprovechamos para visitar dos ciudades de la región del Alentejo, como son Serpa y Moura, habíamos leído que encerraban mucho tipismo y belleza y no nos defraudaron. La fotografía pertenece a Serpa, según se cree, la torre del reloj es la tercera en antiguedad e importancia de todo el país.

El centro neurálgico de Serpa es esta plaza, donde se encuentra el ayuntamiento, en la cual confluyen las calles más destacables de su centro histórico. Nos cautivó la belleza de su castillo, sus murallas, sus iglesias y museos, entre ellos el de artes y costumbres populares y el museo de los relojes, donde pudimos admirar verdaderas joyas de gran interés artístico.En el museo de arte y costumbres populares, tuvimos la ocasión y el placer de aprender más sobre la zona del Alentejo y sobre las tradiciones de Serpa. Me entusiasmó especialmente esta máquina de coser con su pie y costurero a juego.

Me recordó las horas que mi madre pasó delante de una máquina muy parecida a esta cosiendo. Aún conserva esa máquina, a la que como podéis suponer le tiene mucho cariño, es una Singer que por cierto sigue funcionando a la perfección y eso que ya tiene casi sesenta años.

La sorpresa, para mí, llegó cuando decidimos ir a almorzar. Al entrar en el restaurante todas las mesas lucían unos alegres manteles de patchwork. Como no sabía si los manteles eran comprados o hechos a mano por alguna persona del restaurante, decidí preguntar.

La dueña del restaurante, muy amable, me explicó que los había realizado ella. Al parecer en Serpa había tradición, desde hace bastante tiempo, de hacer manteles, mantas, colchas......de esta técnica, para así aprovechar los restos que les quedaban de las telas. Antes utilizaban cualquier tipo de tela, pero desde hace unos años ya utilizan telas más específicas para patchwork.

En Serpa, según me dijo, no hay ninguna tienda que tenga telas para patchwork. Ella me dijo que las compraba en Beja, ciudad por cierto preciosa, y los martes, en el mercadillo de Serpa, donde al parecer hay un puesto que sí las vende. En la imagen podéis haceros una idea de como eran los manteles y también de uno de los dulces tradicionales de Serpa y del Alentejo, "las queijadas" de requesón, una auténtica delicia.
La señora, me acompañó a una pequeña exposición, donde también vendían, de diferentes labores, entre ellas de patchwork. Ella me enseñó los preciosos cojines de yoyos, como los que se ven en la foto, que estaba haciendo en ese momento.

Le pregunté sobre la labor que cuelga sobre la silla de la derecha, me dijo que era la típica alfombra que se hacía para las entradas de las casas, ella la había aprendido de su abuela. También me explicó que ella la utilizaba en el invierno en la cama, encima de la colcha o manta, como cubre pies.
Me gustó mucho este bello rincón con diferentes labores: boinas de punto, bolsas para el pan o la compra de patchwork, toallas a punto de cruz, etc.Me llamó la atención, sobre todo, esta simpática pareja vestida con el traje regional, llena de detalles. Situados sobre una típica silla de enea, él con su sombrero, camisa de cuadros y la mantita para el frío. Ella con pañuelo y sombrero, con una especie de mantón-toca y su bolsita.

Las sillas de enea forman parte de la artesanía de la zona, junto a la cerámica. Algunas de ellas parecían sacadas de la casa de mis abuelos maternos.
Me fijé también en las toallas y paños de cocina que había en punto de cruz. Ya sabéis que el punto de cruz es una labor que me encanta.

Me pareció muy original la combinación que esta señora, había realizado con un diseño de Sarah Kay, al que le había aplicado una falda adornada con yoyos y botones.
Al despedirme de esta señora, me indicó algunas tiendas donde encontraría muestras de la típica artesanía de la zona y también alguna labor de patchwork.

Le agradecí de corazón, el que nos hubiera mostrado sus trabajos con tanta amabilidad. Ella tuvo el precioso gesto de regalarme el bolso que veis y que llegó a emocionarme.

No es que no quisiera aceptarlo, pero me daba bastante apuro. Como siempre que viajo, ya sea por trabajo o placer, llevo alguna pequeña labor, fui al coche y le correspondí regalándole un clavel guarda dedal de ganchillo. El bolso tiene bastante más trabajo, pero así cada vez que utilicemos nuestro regalo recordaremos los momentos que compartimos.
Paseando por las preciosas calles de Serpa, encontramos las tiendas llenas de muestras de artesanía y también de Patchwork, como en esta fotografía.
¿Y qué me decís de estos graciosos muñecos? Me parecieron preciosos.
Pasamos un día estupendo, lleno de sorpresas inesperadas. Una de ellas, fue pasear por las calles y monumentos de Serpa al anochecer. Durante el atardecer sus monumentos cobraron una luz especial, pero fue al anochecer cuando su belleza nos cautivó. Un momento mágico fue el pasear por sus murallas bajo una preciosa luna llena.
Al día siguiente, de camino a Moura, pudimos admirar muestras de la hermosa arquitectura popular alentejana. Estas casas de herencia musulmana, con sus fachadas encaladas, para aislar el calor, sus zócalos azules y sus puertas y ventanas de vivos colores, son una verdadera maravilla para la vista.
Ya en la ciudad de Moura, nos entusiasmó su castillo, y las vistas de la sierra y los campos de robles y olivos, que desde él se veían. Su castillo se construyó en el siglo XIII, pero sólo se conserva de él las murallas y la hermosa torre del homenaje.

La historia de Moura se mezcla con la leyenda. Según se cuenta, desde la torre de este castillo, que servía de defensa, se lanzó, Salúquia, hija del gobernador árabe, al saber que su amado había muerto asesinado. Debido a esta tragedia proviene el nombre de Moura.
En la oficina de turismo, pudimos admirar una curiosa exposición fotográfica, sobre las costumbres de Moura. Entre todas las imágenes, me llamó poderosamente la atención esta fotografía fechada en 1.938, en la que se puede ver a dos mujeres cosiendo en la puerta de su casa.

Nos explicaron que existió tradición textil artesanal en el barrio del castillo, hoy desaparecido. Recordé, en la visita que acabábamos de hacer al castillo, unas casas derruidas con aspecto desolador, que encontramos tras atravesar el arco que daba entrada al recinto. Me trajo un poco de melancolía el saber que el barrio, sus gentes y sus tradiciones habían quedado en el olvido.
Gracias a su herencia árabe, Moura conserva un barrio árabe, junto a la plaza del ayuntamiento, llamado Morería. Sus calles son estrechas, con casas blancas encaladas, llenas de plantas y flores, buscando así el frescor en las estaciones más calurosas Nos gustó muchísimo esta ventana, por su tipismo y belleza. con su visillo con aplicaciones de ganchillo y rodeada de macetas y plantas.
Merece mucho la pena visitar Moura, posee monumentos importantes como su castillo, iglesias como la de San Juan Bautista, palacios como la biblioteca pública y el de Bella vista del siglo XIX, convento como el del Carmen y también sus jardines, como el del doctor Santiago.

En la foto veis, un rincón del jardín del doctor Santiago, presidido por el quiosco de la música, donde en las fiestas aún lo utilizan por su buena acústica.
Otro de los rincones de este jardín, es uno de sus estanques, con sus peces de colores y un homenaje a su castillo.
El tiempo se escapó por entre los dedos de nuestras manos. Nos marchamos de Moura al atardecer, cuando los últimos rayos de sol acariciaban sus plazas, calles y monumentos.

Durante un rato seguí mirando el retrovisor del coche, admirando la imagen que dejábamos tras de nosotros, hasta que Moura se perdió en el horizonte.

Por un momento entendí y sentí muy hondo, ese sentimiento portugués que denominan "saudade". Otras veces lo había sentido, cuando visitaba sus ciudades, admiraba sus barrios o monumentos, escuchaba en Coimbra, Oporto o en el Barrio Alto de Lisboa sus magníficos Fados.

Nunca sentí tan mía la "saudade", ese sentimiento melancólico, casi triste, que te embarga cuando te encuentras lejos de tu hogar, de algo o de alguien querido. Me llené de las vivencias del fin de semana, miré al horizonte y regresamos a casa impregnados, de esa semi-dejadez romántica, que te trasmite la "Lusitanía más Oculta".

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