La belleza de un legado.

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domingo, 16 de septiembre de 2007

Mi proyecto: El huerto de mi abuelo.

Hace unas semanas en una de las visitas a la comunidad de Castilla y León (España), descubrí por casualidad, en Palencia, una mercería que antes no había visto. Estaba esperando pacientemente a mi grupo para comenzar la visita, así que, como todavía no habían llegado al punto en el que habíamos quedado giré la cabeza para poder ver el escaparate de una mercería por si tenían alguna labor expuesta o alguna oferta. De esas veces que miras pero no te detienes a observar con detalle y que al girar la cabeza de nuevo, para comprobar si venía el grupo, te das cuenta que has creído ver algo que te ha llamado poderosamente la atención porque te resulta familiar, no sé si me he explicado bien, eso fue lo que me sucedió a mí. Al detener mi mirada de nuevo en el escaparate me quedé sorprendida al ver que el huerto donde trabajaba mi abuelo se hallaba recreado en un kit de Lanarte, me quedé tan impactada que no me dí cuenta que una señora de mi grupo me llamaba para que le hiciera una fotografía. Durante toda la visita por mucho que intentaba concentrarme en lo que estaba explicando me venía, alguna que otra vez, la imagen del huerto de mi abuelo en el kit de lanarte, en cuanto concluí la visita y el grupo se dispersó con su tiempo libre regresé a la mercería, me quedé contemplando un rato la imagen pues no podía creerme el enorme parecido que había con el huerto de mi abuelo, así que me dispuse a entrar para adquirirlo pensando en la cara que iban a poner mis padres cuando se lo enseñara. La sorpresa fue mayor cuando supe que estaba en oferta, ya que no era un kit de esta nueva temporada sino de hace unas cuantas, tuve suerte porque sólo quedaba el del escaparate así que tras pagar los ocho euros que me costó salí del establecimiento y ya en la calle, me senté en un banco donde daba el sol para verlo a la luz del día y poder detenerme en los detalles, inmediatamente me llegaron a la mente los recuerdos, veía a mi abuelo trabajar en el huerto, andar de aquí para allá regando las verduras, hortalizas y frutas, comprobando como iban desarrollándose....En verano mi hermano y yo nos íbamos todas las mañanas al "huerto de Perico", que era así como se llamaba, para ayudar a mi abuelo, ayudábamos poco, pero él decía que le alegrábamos sus días, me montaba a mí en su burrita y allá íbamos los tres al huerto, mi abuelo por el camino nos iba contando historias del pueblo, de sus gentes, nos hablaba de los árboles y los matorrales por los que pasábamos. Al llegar allí, mi abuelo se ponía a trabajar, el huerto no era demasiado grande ya que aparte de lo que era la huerta, estaba la casa de los dueños, un pozo y un arroyuelo cantarín que se paseaba por su término. Mi hermano y yo comenzábamos a jugar, muchas veces nos ibamos a coger moras que después mi abuela y mi madre convertían, como por arte de magia, en mermelada, en otras ocasiones mi hermano hacía collares de moras que me encantaban, me lo colgaba al cuello con la consiguiente regañina de mi madre al ver toda la ropa manchada de moras, mi abuela siempre me defendía diciendo que nunca más sucedería pero era imposible resistirse a hacer collares de moras y a comertelas claro, algunos días nos sentabamos en la hamacas jugabamos a las adivinanzas mientras cogiamos alguna fruta, a veces mi hermano ayudaba a mi abuelo mientras yo subida a un improvisado columpio, que me hizo él, me mecía mientras les cantaba canciones , otras veces iba a darles de comer a las gallinas, a todas les pusimos nombre, un buen día el dueño del huerto, que era muy amigo de mi abuelo, nos regaló un pollito, mi hermano y yo nos afanábamos en cuidarle y darle de comer, todos los días mi hermano vigilaba mientras yo le daba a él sólo de comer para que no se acercaran las gallinas y le quitaran su comida, nos enorgullecía verlo crecer, un buen día desapareció estuvimos buscándoles por todo el huerto y no lo encontrábamos, aquel día nos habían invitado a comer, a toda la familia, los dueños del huerto, mi hermano, que es mayor que yo, me decía que algo malo le había pasado a nuestro pollito mientras yo no perdía la esperanza en encontrarle sano y salvo, fue fácil adivinar lo que le había sucedido a nuestro pollito, cuando vi la cara de mi hermano al ver que había pollo para el almuerzo......finalmente nos pasamos llorando toda la tarde lamentando la horrible muerte de "Mirinda", nuestro querido pollito. Al menos nos consolaba su recuerdo y las noches en que íbamos al huerto para jugar, charlar o ver las estrellas, mi mayor afición era columpiarme y vislumbrar la luna a través de la parra donde estaba mi columpio mientras la brisa fresca de la noche acariciaba mi cabello ensortijado, otras veces mi hermano me hacía figuras de sombras en la tapia con sus manos y se divertía viendo como me gustaba las imágenes que me hacía, yo gritaba entusiasmada, !un perro! !un conejo! !un toro!.....lo mejor era escuchar las viejas historias que contaban mis abuelos y mis padres, retengo fuertemente en mi corazón y en mi memoria todos aquellos momentos, un buen día mi padre empezó a hablar de las estrellas, se las mostraba a mi hermano y creo que fue la primera vez que realmente me detuve a admirar la belleza del cielo. Cada vez que llega a mí la suave fragancia del "azahar", del"jazmín" o de una "dama de noche" mi mente vuela, como el arroyuelo cantarín a la ribera del Hueznar, al huerto de mi abuelo.....Aunque tengo poco tiempo para hacer labores estoy muy ilusionada en comenzar este kit y se ha convertido en mi nuevo proyecto, no sé el tiempo que tardaré pero sé que disfrutaré reviviendo todos aquellos dulces momentos.

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