Paseando por el tiempo.

El invierno pasado, ordenando mis recuerdos de niña, me produjo nostalgia dos bufandas de corbata, que había realizado cuando tenía once años. Sentí deseos de retomar, de nuevo, la labor del punto, que tanto me había entusiasmado en mi niñez. Así que compré lana y me dispuse a hacer esta bufanda en tonos rosa.

Apenas recordaba como se hacían, menos mal que una amiga, compañera del curso de pintura en tela, me refrescó la memoria y en pocos días, tenía terminada la labor. Para aprovechar la lana que me sobró, hice un pequeño neceser, que siempre me viene bien para tener las cosas ordenadas en el bolso.

A mi madre le encantó la bufanda de corbata, así que lo recordé por navidades y le hice estas que veis. Le ha gustado mucho, pues es muy friolera y las bufandas son muy abrigaditas.

Me apetece mucho mostraros, las dos bufandas que hice de niña. Mi madre entre sus lanas tenía lo que había sobrado de la bufanda color lila. Así que gracias a eso, la he podido ampliar y aprovechar. Hoy la tiene ella y le encanta ponérsela debajo del abrigo, cuando sale en las frías mañanas a caminar.

Estas tres bufandas, junto con los regalos que había comprado, han sido parte de los presentes de estas navidades, para algunos de mis seres queridos. La bufanda de color beige, la hice para mi padre, la roja, para mi sobrino Jesús y la marrón chocolate, para mi marido.

Es la primera vez que he puesto flecos, no sabía hacerlos. Pensé en dejarlas sin flecos, pero me pareció que iban a quedar más bonitas y completas con ellos. Así que miré por la red y encontré unas fotografías donde se veían como se hacía, decidí probar y este es el resultado.